Esa débil falencia...
te costó terminar así.
Pero con constancia,
lograste salir de nuevo a flota.
Te mantuviste remando,
pese a las malas voces.
Y aquí estás.
Rendido ante tu propia fatiga.
Sin esperanza.
Y sobre todo.
Sin amor.
-¿Valió la pena regresar?-
Te preguntas.
Y obtienes una respuesta,
que mantiene viva la llama,
esa llama que prendió tiempo atrás
y que de a poco fue perdiendo vigor.
Comprendes.
No debes dejar llevarte por la marea...
ese mar de cuerpos y sangre,
personas.
No te dejes arrastrar por las ponzoñosas palabras.
Ignora. Vive.
Se tú y no le rindas nada a nadie.
Por: Alanah C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario